que apartan muros y vislumbran cielos,
lento de azoramiento voy palpando
por las noches hendidas
los versos venideros.
He de quemar la sombra formidable
en su límpida hoguera:
púrpura de palabras
sobre la espalda flagelada del tiempo.
He de encerrar el llanto de los siglos
en el duro diamante del poema.
Nada importa que el alma
ande sola y desnuda como el viento
si el universo de un glorioso beso
aún abarca mi vida
y en lo callado se embravece un grito.
Para ir sembrando versos
la noche es una tierra labrantía.
Jorge Luis Borges en Fervor de Buenos Aires (1923), incluido en Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935) (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, ed. de Mihai G. Grünfeld).
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