En la fuente nos hemos sumergido.
A su corriente dejamos nuestros cuerpos
como bancos errantes,
tierra que se desprende
llevándose la orilla de espadañas.
Fluimos por sus transparencias
y en el fondo de ese lecho
nuestras piernas rozaban un musgo suave.
Plantas se enredaban a los pies.
Sentíamos el paso de esos peces
que a un descuido, decían,
se pegaban entre los muslos de las mujeres.
Y todo el tiempo una frase en los oídos
pulsando al límite sus cadencias más altas.
Río abajo veíamos las ramas contra el cielo.
El sol dibujaba en nuestros cuerpos
la sombra de las hojas.
La brisa traía tu olor.
Pasamos bajo un sauce
y sus ramas detenían de los cabellos
todo ese impulso río abajo.
Elsa Cross en Bacantes/Bacchae (1982), incluido en Tigre la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea 1950-2005 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2006, selecc. de Víctor Manuel Mendola, Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes).
Otros poemas de Elsa Cross
Bacantes (I, V, VI), Baniano, La noche emerge a la conciencia...
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Preciosa la poesía, quiero llenar mi mente y mi corazón de almas poéticas.
ResponderEliminarPues la litertura y la poesía son inmortales en el tiempo y llevan cómo el agua
del rio, que corre sin parar, los mensajes de amor y de amistad, a todos los
pueblos del mundo. Gracias.
Sabia reflexión. Me alegro de que te haya gustado este poema de Elsa Cross. Publicaré algún poema más de ese mismo libro.
EliminarUn abrazo.