Para darle memoria a unas pocas cosas
se aludía, bajo los árboles, cerca ya del declive,
a tiempos en que el pirata Morgan, espada en mano,
desmantelaba cada barco de vuelta, mar adentro,
siendo ciento las veces. Despacio, las damas desmayadas
recibían el aire de los abanicos.
En la hierba seca la cabeza de león de la tarde.
Bajaron uno tras otro, primero las mujeres,
los hombres de último, hasta encontrar la tapia blanca
que seguía el camino de piedra.
Sonriendo oportunamente al fotógrafo,
a la cabeza de león, memoraron empolvadas
fotografías de familia. Aquel día era 12 de octubre
y hubo que poner la bandera en la puerta.
No hace de esto más de un año. Hacinó su cabello
con una mano detrás de la oreja. Nada le parecía cómico
en esta puerca vida,
se paseaba dos pasos delante de todos
con un mohín de los diablos.
Entonces cambiaron de tema
cuando estaban próximos a una piscina verdosa
con graciosos techos alrededor. La conversación bajó
a un susurro, a un sordo mezclarse de hojas,
se prolongó más allá del cerco.
Cuando alguien mencionó a Buster Keaton nadie,
absolutamente nadie, pareció entender. Más bien
lo confundían con un amigo de nombre inglés,
con cierta marca de sardina enlatada.
Lo cambiaron por un ahhh cuando mejor supieron
(un cómico ahh). Una bañista saludó del otro lado
mientras se secaba las piernas con una toalla.
Había poca gente a esa hora en la piscina
y la cabeza de león embestía por última vez.
Entonces las damas desmayadas recibieron el aire de los abanicos.
Elkin Restrepo en Bla, bla, bla (1968), incluido en Antología de una generación sin nombre (últimos poetas colombianos) (Ediciones Rialp, Madrid, 1970, selecc. de Jaime Ferrán).
Otros poemas de Elkin Restrepo
Bla, bla, bla, Boris Karloff, Conversaciones en el campo de golf, Greta Garbo, La iguana
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