Cuéntame, viejo olivo,
mientras descanso aquí en esta roca,
nuevas de otros tiempos,
que escritas veo en tu reseco tronco.
Yo vengo a recostarme
en tus raíces nudosas, triste de añoranza,
para que me devuelvas,
de los bienes perdidos, sólo el de la esperanza.
Tus delicadas hojas,
que bajo el cielo azul el viento orea,
son de la paz imagen;
de todos los deleites de la ciudad envidia.
Tu rama verde y blanca
cual cabellera de ángel te recubre;
y a tu partida rama
le ha arrebatado el viento la astilla que le falta.
Cuando, joven, crecías,
flexible, en el ribazo, sobre el llano,
podaba tus zarzales
la hoz de un labrador fiel de Mahoma.
El árabe y los suyos,
respirando tus flores para mayo salían,
y tu oliva esparcida
sus hijos en otoño recogían.
¡Qué dolor! ¡Escuchando
cuerno aragonés el toque de la guerra,
cortó tus brotes, dando
posesión a sus huestes de la ganada tierra!
Y al llegar la conquista,
con lágrimas muy hondas señalando sus pasos,
y sin volver la vista,
partió llevando al hijo más pequeño en sus brazos.
Los caballos pisaron
en sarraceno surco la mies tierna,
y los hierros hundieron
de la alquería en la ceniza ardiente.
*
Reposaba, a la sombra,
liberado el barón de los duros arneses,
en tanto los lebreles
yacían bajo el sol, echados y sedientos.
Y del puño volando,
el manso gavilán sobre ti se posaba,
clavándote las uñas,
y doblaba las puntas de las ramitas tiernas.
*
Cuando era una alta ermita
este claro de ruinas esparcidas,
el cenobita místico
aquí se arrodillaba a la luz de la luna.
Del monasterio al toque
las manos sobre el pecho, sus plegarias decía,
y el cielo en su delirio
veía por la sombra calada de sus ramas.
*
Ahora, aquí el tiempo engaña
al pastor que embobado se detiene,
y con flauta de caña
conduce el rebaño que pace en la hondonada.
Ya a la esquilada oveja
y al manchado cordero en torno suyo junta;
la cabra deleitosa
para morder tus brotes se encarama.
*
Amigo del que llora,
eres dosel sagrado de eternidad serena;
yo te siento contento
por haberme ayudado a consolar mi pena.
Tú a mi corazón le has dado fuerza;
pareces devolverme la juventud perdida,
como de tu corteza
sale la savia que tus ramas muda.
Yo moriré, y aún
sacudirá el mistral tu negra oliva;
nada será de lo que ahora es;
tú, en el azul peñasco estarás vivo.
Josep Lluis Pons i Gallarza, incluido en Poesía catalana contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1983, edición y versión de José Corredor-Matheos).
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Blog de #poesía: catálogo de #poetas y #poemas por nombre y por países. Editado por Francisco Cenamor.
jueves, 31 de enero de 2013
miércoles, 30 de enero de 2013
Poema del día: "Toda mi vida es un largo ayuno...", de Abul ʿAla Al-Maʿarri (Siria, 973-1058)
Toda mi vida es un largo ayuno.
Cuando rompa el ayuno con la muerte,
será mi día de fiesta.
Abul ʿAla Al-Maʿarri, incluido en Poesía árabe clásica oriental (Litoral. Revista de la poesía y el pensamiento, año XVII, nº 177, Málaga, 1988, selec. y trad. de Pedro Martínez Montávez).
Otros poemas de Abul ʿAla Al-Maʿarri
El alma después de la muerte, El Imán, Ha mudado tu muerte..., La piel de la tierra, Toda mi vida es un largo ayuno...
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Cuando rompa el ayuno con la muerte,
será mi día de fiesta.
Abul ʿAla Al-Maʿarri, incluido en Poesía árabe clásica oriental (Litoral. Revista de la poesía y el pensamiento, año XVII, nº 177, Málaga, 1988, selec. y trad. de Pedro Martínez Montávez).
Otros poemas de Abul ʿAla Al-Maʿarri
El alma después de la muerte, El Imán, Ha mudado tu muerte..., La piel de la tierra, Toda mi vida es un largo ayuno...
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lunes, 28 de enero de 2013
Poema del día: "No de nombre. Dieciséis", de Mario Merlino (Argentina, 1948-2009)
suponed a un pastor por ejemplo y un soldado
comparten la bañera se complacen
se efunden ahorrativos en la espuma
y los sorprende un niño que busca compañía
suponed que ese niño
oyó escombrar en guerra a los cadáveres
vio las aftas que inflaman las bocas de otros niños
o a mujeres llorando los postigos cerrados
y ahora lo que ve lo escandaliza
(escándalo que fija el catecismo)
él se azora qué hacéis en la bañera
sois hermanos acaso repitiendo el bautismo
no sabéis estar solos qué os pasa
preguntando recrea el placer de los bañistas
que espacio generoso le dan entre las aguas
y se abren ya las aguas cabe el niño
suponed que renacen dos padres de la espuma
que el niño ve en la carne misterio compartido
que el pastor lleva a dios en la punta de la lengua
que el soldado celebra de amor otra batalla
suponed que este baño transcurre tibiamente
suponed que comulgan los tres y se complacen
suponed
suponed
suponed
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comparten la bañera se complacen
se efunden ahorrativos en la espuma
y los sorprende un niño que busca compañía
suponed que ese niño
oyó escombrar en guerra a los cadáveres
vio las aftas que inflaman las bocas de otros niños
o a mujeres llorando los postigos cerrados
y ahora lo que ve lo escandaliza
(escándalo que fija el catecismo)
él se azora qué hacéis en la bañera
sois hermanos acaso repitiendo el bautismo
no sabéis estar solos qué os pasa
preguntando recrea el placer de los bañistas
que espacio generoso le dan entre las aguas
y se abren ya las aguas cabe el niño
suponed que renacen dos padres de la espuma
que el niño ve en la carne misterio compartido
que el pastor lleva a dios en la punta de la lengua
que el soldado celebra de amor otra batalla
suponed que este baño transcurre tibiamente
suponed que comulgan los tres y se complacen
suponed
suponed
suponed
Mario Merlino en No de nombre (1993-1994), incluido en Voces comunes y otros poemas. Obra reunida 1977-2006 (Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2012, ed. de Benito del Pliego).
Otros poemas de Mario Merlino y textos sobre su obra
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viernes, 25 de enero de 2013
Ruta poética 1: César Vallejo (Perú, 1892-1938)
*Artículo de Francisco Cenamor sobre Trilce
*Artículo de Harold Alvarado Tenorio sobre su vida y obra
*Artículo de Harold Alvarado Tenorio sobre su vida y obra
Poemas de César Vallejo en el blog
A mi hermano Miguel
Absoluta
Ágape
Algo te identifica...
Altura y pelos
Considerando en frío, imparcialmente...
Despedida recordando un adiós
El alma que sufrió de ser su cuerpo
El pan nuestro
El buen sentido
El poeta a su amada
Ello es que el lugar donde me pongo...
En suma, no poseo...
España, aparta de mí este cáliz (III, VII, VIII, X. Invierno en la batalla de Teruel, XII. Masa, XV)
Espergesia
Fue domingo...
He aquí que hoy saludo...
Hoy me gusta la vida mucho menos...
Intensidad y altura
La cena miserable
La rueda del hambriento
Los anillos fatigados
Los dados eternos
Los heraldos negros
Los mineros salieron de la mina...
Los nueve monstruos
Los pasos lejanos
Me viene, hay días...
No vive ya nadie...
Para el alma imposible de mi amada
Piedra negra sobre una piedra blanca
Quiere y no quiere su color mi pecho...
Quisiera hoy ser feliz de buena gana...
Sermón sobre la muerte
Traspié entre dos estrellas
Trilce (XI, XXIII, XXXVI, LXXV)
Un hombre pasa con un pan al hombro...
Voy a hablar de la esperanza
¡Y si después de tantas palabras...
Absoluta
Ágape
Algo te identifica...
Altura y pelos
Considerando en frío, imparcialmente...
Despedida recordando un adiós
El alma que sufrió de ser su cuerpo
El pan nuestro
El buen sentido
El poeta a su amada
Ello es que el lugar donde me pongo...
En suma, no poseo...
España, aparta de mí este cáliz (III, VII, VIII, X. Invierno en la batalla de Teruel, XII. Masa, XV)
Espergesia
Fue domingo...
He aquí que hoy saludo...
Hoy me gusta la vida mucho menos...
Intensidad y altura
La cena miserable
La rueda del hambriento
Los anillos fatigados
Los dados eternos
Los heraldos negros
Los mineros salieron de la mina...
Los nueve monstruos
Los pasos lejanos
Me viene, hay días...
No vive ya nadie...
Para el alma imposible de mi amada
Piedra negra sobre una piedra blanca
Quiere y no quiere su color mi pecho...
Quisiera hoy ser feliz de buena gana...
Sermón sobre la muerte
Traspié entre dos estrellas
Trilce (XI, XXIII, XXXVI, LXXV)
Un hombre pasa con un pan al hombro...
Voy a hablar de la esperanza
¡Y si después de tantas palabras...
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jueves, 24 de enero de 2013
Blog del día: Les dije que me llevaran al médico
Les dije que me llevaran al médico, curioso título para un blog de poesía. Lo edita Rubén Callejas desde Rosario, en Argentina, gran aficoinado a la poesía. Podremos acceder a sus poemas, bien elaborados y con temática diversa, a través del Archivo temporal. Sale casi a poema por día, así que os entretendréis en el blog. En la columna lateral encontraréis también poemas de autores que le gustan.
miércoles, 23 de enero de 2013
Poema del día: "En la serena luz...", de Ki no Tomonori (Japón, 850-904)
en la serena luz
de un sol siempre radiante
en los días primaverales,
¿por qué las flores nuevas del cerezo
se dispersan como agitados pensamientos?
Ki no Tomonori, incluido en Cien poetas, cien poemas. Hyakunin Isshu (Antología de poesía clásica japonesa) (Ediciones Hiperión, Madrid, 2004, trad. de José María Bermejo y Teresa Herrero).
Otros poemas de Ki no Tomonori
Como alga oculta...
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de un sol siempre radiante
en los días primaverales,
¿por qué las flores nuevas del cerezo
se dispersan como agitados pensamientos?
Ki no Tomonori, incluido en Cien poetas, cien poemas. Hyakunin Isshu (Antología de poesía clásica japonesa) (Ediciones Hiperión, Madrid, 2004, trad. de José María Bermejo y Teresa Herrero).
Otros poemas de Ki no Tomonori
Como alga oculta...
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martes, 22 de enero de 2013
Blog del día: Cuandoabraselropero
Cuandoabraselropero es un blog poético que nos llega desde Santa Fe, en Argentina, lo edita Isabel Bertero, Profesora de Lengua. En él encontraremos sus poesías, no son demasiadas aún las que ha subido al blog. Se lee de manera sencilla echando mano del Archivo temporal. Los poemas, bien elaborados, son reflexivos, en cierto modo filosóficos, con pocas imágenes y metáforas, breves.
lunes, 21 de enero de 2013
Poema del día: "Improvisado en la barca", de Lu Huinu (China, siglo XIV)
Para mis padres, pesa más
el dinero que su hija.
Y así, con el laúd entre los brazos,
recorro sola mil y mil leguas.
Al claro de la luna,
tras mi interpretación,
no cesan de aplaudirme.
No saben que no han escuchado música,
sino los sollozos de mi alma rota.
Lu Huinu, incluido en Antología de poetas prostitutas chinas (Siglo V-Siglo XIX) (Visor Libros, Madrid, 2010, ed. y trad. de Guojian Chen).
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el dinero que su hija.
Y así, con el laúd entre los brazos,
recorro sola mil y mil leguas.
Al claro de la luna,
tras mi interpretación,
no cesan de aplaudirme.
No saben que no han escuchado música,
sino los sollozos de mi alma rota.
Lu Huinu, incluido en Antología de poetas prostitutas chinas (Siglo V-Siglo XIX) (Visor Libros, Madrid, 2010, ed. y trad. de Guojian Chen).
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viernes, 18 de enero de 2013
Poema del día: "La cúspide", de Geo Bogza (Rumanía, 1908-1993)
Desde el borde del bosque se veían los hombros
de la montaña y después, más allá, su cima,
una cúspide de piedra inalcanzable.
En aquel verano, subiendo y subiendo una y otra vez,
gateando desde una roca hacia otra, con las patas sangrando
y las rodillas rasgadas por una ambición sin par,
algunos osos habían logrado llegar a lo más alto.
Tal era la alegría de haberlo conseguido
que se abrazaban entre ellos,
se daban golpes en las espaldas, rugían,
palmeteaban y en sus ojos brillaba todo el triunfo.
Solamente una cosa los contrariaba: un águila que
agarrada fuertemente de una roca miraba a su alrededor
cimas y valles, presa de una gran melancolía.
Extraño ser, le han gritado los osos,
¿por qué no te vence la alegría de estar allí?
- Vosotros, dijo el águila torciendo la cabeza,
habéis llegado hasta aquí subiendo. Pero yo, bajando.
Y se entregó otra vez
a su profunda melancolía.
Geo Bogza, incluido en Antología de la poesía rumana contemporánea (Editorial Elion, Bucarest, 2000, trad. de Darie Novaceanu).
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de la montaña y después, más allá, su cima,
una cúspide de piedra inalcanzable.
En aquel verano, subiendo y subiendo una y otra vez,
gateando desde una roca hacia otra, con las patas sangrando
y las rodillas rasgadas por una ambición sin par,
algunos osos habían logrado llegar a lo más alto.
Tal era la alegría de haberlo conseguido
que se abrazaban entre ellos,
se daban golpes en las espaldas, rugían,
palmeteaban y en sus ojos brillaba todo el triunfo.
Solamente una cosa los contrariaba: un águila que
agarrada fuertemente de una roca miraba a su alrededor
cimas y valles, presa de una gran melancolía.
Extraño ser, le han gritado los osos,
¿por qué no te vence la alegría de estar allí?
- Vosotros, dijo el águila torciendo la cabeza,
habéis llegado hasta aquí subiendo. Pero yo, bajando.
Y se entregó otra vez
a su profunda melancolía.
Geo Bogza, incluido en Antología de la poesía rumana contemporánea (Editorial Elion, Bucarest, 2000, trad. de Darie Novaceanu).
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jueves, 17 de enero de 2013
Poema del día: "Cada uno de estos niños...", de Cristanziano Serricchio (Italia, 1922-2012)
Cada uno de estos niños que ves
con el gorro rojo, el moco en la nariz
y las manos ateridas correr hacia el puerto,
cuando los pescadores descargan de las bodegas
las cestas centelleantes de pescado
y las pasan veloces de mano en mano
aquí donde herbosas cúpulas de arena
en la extensión resplandeciente de la laguna
levantaba el movimiento de la marea
y la dirección de los vientos trajo al tracto
Diomedes, acosado por el recuerdo de Troya,
bajo el cielo oscuro de la protohistoria
delante de las chozas tejidas de cañas
y de los reflejos nocturnos de las hogueras,
cuando las palabras de los Daunos eran
inquietantes demonios en el tiempo sin orillas,
cada uno de estos niños jugaba
descalzo con las estrellas del mar
y las muchachas adornaban su cuello
delgado con valvas redondas de conchas.
Cristanziano Serricchio en Estelas daunias (1978), incluido en Antología de la poesía italiana actual (Ateneo Obrero de Gijón, 1991, ed. y trad. de Emilio Coco).
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con el gorro rojo, el moco en la nariz
y las manos ateridas correr hacia el puerto,
cuando los pescadores descargan de las bodegas
las cestas centelleantes de pescado
y las pasan veloces de mano en mano
aquí donde herbosas cúpulas de arena
en la extensión resplandeciente de la laguna
levantaba el movimiento de la marea
y la dirección de los vientos trajo al tracto
Diomedes, acosado por el recuerdo de Troya,
bajo el cielo oscuro de la protohistoria
delante de las chozas tejidas de cañas
y de los reflejos nocturnos de las hogueras,
cuando las palabras de los Daunos eran
inquietantes demonios en el tiempo sin orillas,
cada uno de estos niños jugaba
descalzo con las estrellas del mar
y las muchachas adornaban su cuello
delgado con valvas redondas de conchas.
Cristanziano Serricchio en Estelas daunias (1978), incluido en Antología de la poesía italiana actual (Ateneo Obrero de Gijón, 1991, ed. y trad. de Emilio Coco).
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miércoles, 16 de enero de 2013
Poema del día: "Los hijos 2", de Miguel Otero Silva (Venezuela, 1908-1985)
Ni los amaneceres de luz turbia y barajas,
ni la almendra de Dios escondida entre libros,
ni la duda, serpiente cartesiana sin tregua,
ni el colmillo frenético del lobo, ¡hermano lobo!,
ni la sonrisa enfática del simio, ¡hermano simio!,
ni los claros abiertos por la muerte en mis bosques,
ni las vivientes piedras de antiguas catedrales,
nada abatió mi rumbo con igual brisa. Nada
volcó en mi sangre hirviente tanta púrpura. Nada
excarceló de límites mi materia finita,
tornó en hebra de antena mi confiada indolencia,
me cercó de temores al esguince imprevisto
del azar destructivo, de las complejas máquinas.
Nada me indujo a ser sustancia perdurable,
clamor de río que corre más allá de la muerte.
Nada me dio esta fórmula de amar sin otro anhelo que amar.
Sólo los hijos.
Miguel Otero Silva, incluido en Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea 1914-1970 (Alianza Editorial, Madrid, 1971, selec. de José Olivio Jiménez).
Otros poemas de Miguel Otero Silva
Pincha para ver la lista de poemas incluidos en el blog
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ni la almendra de Dios escondida entre libros,
ni la duda, serpiente cartesiana sin tregua,
ni el colmillo frenético del lobo, ¡hermano lobo!,
ni la sonrisa enfática del simio, ¡hermano simio!,
ni los claros abiertos por la muerte en mis bosques,
ni las vivientes piedras de antiguas catedrales,
nada abatió mi rumbo con igual brisa. Nada
volcó en mi sangre hirviente tanta púrpura. Nada
excarceló de límites mi materia finita,
tornó en hebra de antena mi confiada indolencia,
me cercó de temores al esguince imprevisto
del azar destructivo, de las complejas máquinas.
Nada me indujo a ser sustancia perdurable,
clamor de río que corre más allá de la muerte.
Nada me dio esta fórmula de amar sin otro anhelo que amar.
Sólo los hijos.
Miguel Otero Silva, incluido en Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea 1914-1970 (Alianza Editorial, Madrid, 1971, selec. de José Olivio Jiménez).
Otros poemas de Miguel Otero Silva
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martes, 15 de enero de 2013
Poema del día: "El niño era la casa...", de Antonio Daganzo (España, 1976)
El niño era la casa,
la cama incluso a veces,
cuando veces de sol llenaban los cristales.
Si el espacio nocturno,
el reverbero imaginado de la luna,
ya se había extinguido en su conciencia,
el niño probaba a levantarse
y acudía a la ventana de la alcoba
para medir lo extraño,
el tráfago ajeno bajo la luz de los vivos.
El niño aún no sabía
del movimiento y su falacia,
de la vida más viva en cuanto quieta;
del verdadero deslumbramiento de lo humano:
su sino de rescoldo.
Antonio Daganzo en Mientras viva el doliente (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2010), incluido en 12+1 Una antología de poetas madrileñ@s actuales (Ediciones Endymion, Madrid, 2012, selec. de Alberto Infante).
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la cama incluso a veces,
cuando veces de sol llenaban los cristales.
Si el espacio nocturno,
el reverbero imaginado de la luna,
ya se había extinguido en su conciencia,
el niño probaba a levantarse
y acudía a la ventana de la alcoba
para medir lo extraño,
el tráfago ajeno bajo la luz de los vivos.
El niño aún no sabía
del movimiento y su falacia,
de la vida más viva en cuanto quieta;
del verdadero deslumbramiento de lo humano:
su sino de rescoldo.
Antonio Daganzo en Mientras viva el doliente (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2010), incluido en 12+1 Una antología de poetas madrileñ@s actuales (Ediciones Endymion, Madrid, 2012, selec. de Alberto Infante).
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lunes, 14 de enero de 2013
Poema del día: "La cosecha 72", de Rabindranath Tagore (India, 1861-1941)
El mundo todo corrió hecho alegría, y vino a mí para hacer mi cuerpo.
Las estrellas me besaron y me besaron hasta que desperté; las flores de los veranos fujitivos respiraron olor en mi boca, y las aguas y los vientos cantaron en mis ademanes; las nubes y las frondas fluyeron en mareas apasionadas de colores, por entrar en mi vida; y la música universal me acarició todo, hasta darme forma.
Mi cuerpo es mi amor, y ha encendido su lámpara en mi casa.
Rabindranath Tagore en La cosecha (Alianza Editorial, Madrid, 1984, trad. de Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez).
Otros poemas de Rabindranath Tagore
La cosecha (1, 10, 23, 40, 55, 60, 72, 80. Los marineros,), La fujitiva (3), Regalo de amante (10), Tránsito (25)
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viernes, 11 de enero de 2013
Poema del día: "El alma de los oprimidos...", de Vasyl Stus (Ucrania, 1938-1985)
El alma de los oprimidos permanece aterida
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
eternamente,
mientras el súbito hielo de sus lágrimas contenidas
imagina.
Delicado es el latido de los corazones robustos,
los rastros de sol entre la maleza
lastimeros.
Y la senda —una pendiente—
ha sido cortada,
destrozado —volaba, volaba—
luchando
contra las piedras, contra las murallas
negras.
El corazón puja por asomar su cabeza
y la casa vacía callaba,
callaba la tierra baldía.
Tan sólo el ciervo salvaje vaga hambriento,
demasiado frío, demasiada muerte
entrenada
y el sol no sale para ti;
ni para nadie.
El alma de los oprimidos permanece helada—
eternamente,
se eleva el temblor, la montaña;
resplandece,
el humo encanecido, quizás carbón, quizás
lamento,
oh, y la luna enfurecida —es una perra
indómita.
Sólo los alerces susurran,
sisean débilmente,
mientras el osezno extraviado entre estalactitas
prontamente
en medio de una tormenta sin la madre
perecerá.
Oh, relumbra el humo de las hogueras,
como si fuera
vegetación ambarina, clamorosa
refracción
y se desplomara encima nuestro
un montículo.
¿De nieve? ¿Noche? ¿Infinito? ¿Silencio?
Sólo Dios lo sabe.
Vasyl Stus en Palimpsestos (1986), incluido en Poesía ucraniana del siglo XX. Una iconografía del alma (Revista Litoral, nº 197-198, Torremolinos, 1993, trad. de Iury Lech).
Otros poemas de Vasyl Stus
Aquel edificio..., ¡Cómo se desea -morir!..., El alma de los oprimidos, Tú no has cambiado...
mientras el súbito hielo de sus lágrimas contenidas
imagina.
Delicado es el latido de los corazones robustos,
los rastros de sol entre la maleza
lastimeros.
Y la senda —una pendiente—
ha sido cortada,
destrozado —volaba, volaba—
luchando
contra las piedras, contra las murallas
negras.
El corazón puja por asomar su cabeza
y la casa vacía callaba,
callaba la tierra baldía.
Tan sólo el ciervo salvaje vaga hambriento,
demasiado frío, demasiada muerte
entrenada
y el sol no sale para ti;
ni para nadie.
El alma de los oprimidos permanece helada—
eternamente,
se eleva el temblor, la montaña;
resplandece,
el humo encanecido, quizás carbón, quizás
lamento,
oh, y la luna enfurecida —es una perra
indómita.
Sólo los alerces susurran,
sisean débilmente,
mientras el osezno extraviado entre estalactitas
prontamente
en medio de una tormenta sin la madre
perecerá.
Oh, relumbra el humo de las hogueras,
como si fuera
vegetación ambarina, clamorosa
refracción
y se desplomara encima nuestro
un montículo.
¿De nieve? ¿Noche? ¿Infinito? ¿Silencio?
Sólo Dios lo sabe.
Vasyl Stus en Palimpsestos (1986), incluido en Poesía ucraniana del siglo XX. Una iconografía del alma (Revista Litoral, nº 197-198, Torremolinos, 1993, trad. de Iury Lech).
Otros poemas de Vasyl Stus
Aquel edificio..., ¡Cómo se desea -morir!..., El alma de los oprimidos, Tú no has cambiado...
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jueves, 10 de enero de 2013
Poema del día: "Borrador de un acuerdo de separaciones", de Dan Pagis (Israel, nacido en Rumanía, 1930-1986)
Bueno, bueno, señores que gritáis como siempre injusticia,
milagreros importunos
¡Silencio!
Todo volverá a su sitio,
punto por punto.
El grito a la garganta.
Los dientes de oro a la mandíbula.
El miedo.
El humo a las chimeneas de latón y más allá y dentro
al vacío de los huesos,
volveréis a echar piel y nervios y a vivir,
ya veis que todavía viviréis,
sentados en el salón, leyendo el periódico de la tarde.
¡Estáis ahí! Aún hay tiempo.
Y en lo que hace a la estrella amarilla: se arrancará enseguida
del pecho
y emigrará
al cielo.
Dan Pagis, incluido en Poesía hebrea contemporánea (Ediciones Hiperión, Madrid, 2001, trad. de Teresa Martínez).
Otros poemas de Dan Pagis
Borrador de un acuerdo de separaciones, Sermón, Testimonio
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milagreros importunos
¡Silencio!
Todo volverá a su sitio,
punto por punto.
El grito a la garganta.
Los dientes de oro a la mandíbula.
El miedo.
El humo a las chimeneas de latón y más allá y dentro
al vacío de los huesos,
volveréis a echar piel y nervios y a vivir,
ya veis que todavía viviréis,
sentados en el salón, leyendo el periódico de la tarde.
¡Estáis ahí! Aún hay tiempo.
Y en lo que hace a la estrella amarilla: se arrancará enseguida
del pecho
y emigrará
al cielo.
Dan Pagis, incluido en Poesía hebrea contemporánea (Ediciones Hiperión, Madrid, 2001, trad. de Teresa Martínez).
Otros poemas de Dan Pagis
Borrador de un acuerdo de separaciones, Sermón, Testimonio
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miércoles, 9 de enero de 2013
Poema del día: "Biografía para uso de los pájaros", de Jorge Carrera Andrade (Ecuador, 1903-1978)
Nací en el siglo de la defunción de la rosa
cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
Quito veía andar la última diligencia
y a su paso corrían en buen orden los árboles,
las cercas y las casas de las nuevas parroquias
en el umbral del campo
donde las lentas vacas rumiaban el silencio
y el viento espoleaba sus ligeros caballos.
Mi madre revestida de poniente
guardó su juventud en una honda guitarra
y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos
envuelta entre la música, la luz y las palabras.
Yo amaba la hidrografía de la lluvia,
las amarillas pulgas del manzano
y los sapos que hacían sonar dos o tres veces
su gordo cascabel de palo.
Sin cesar maniobraba la gran vela del aire.
Era la cordillera un litoral del cielo.
La tempestad venía, y al batir del tambor
cargaban sus mojados regimientos;
mas luego el sol con sus patrullas de oro
restauraba la paz agraria y transparente.
Yo veía a los hombres abrazar la cebada,
sumergirse en el cielo unos jinetes
y bajar a la costa olorosa de mangos
los vagones cargados de mugidores bueyes.
El valle estaba allá con sus haciendas
donde prendía el alba su reguero de gallos
y al oeste la tierra donde ondeaba la caña
de azúcar su pacífico banderín, y el cacao
guardaba en un estuche su fortuna secreta,
y ceñían, la pina su coraza de olor,
la banana desnuda su túnica de seda.
Todo ha pasado ya en sucesivo oleaje
como las vanas cifras de la espuma.
Los años van sin prisa enredando sus líquenes
y el recuerdo es apenas un nenúfar
que asoma entre dos aguas
su rostro de ahogado.
La guitarra es tan sólo ataúd de canciones
y se lamenta herido en la cabeza el gallo.
Han emigrado todos los ángeles terrestres,
hasta el ángel moreno del cacao.
Jorge Carrera Andrade, incluido en La poesía del siglo XX en Ecuador. Antología (Visor Libros, Madrid, 2007, ed. de Edwin Madrid).
Otros poemas de Jorge Carrera Andrade
Tierras, bosques
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cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
Quito veía andar la última diligencia
y a su paso corrían en buen orden los árboles,
las cercas y las casas de las nuevas parroquias
en el umbral del campo
donde las lentas vacas rumiaban el silencio
y el viento espoleaba sus ligeros caballos.
Mi madre revestida de poniente
guardó su juventud en una honda guitarra
y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos
envuelta entre la música, la luz y las palabras.
Yo amaba la hidrografía de la lluvia,
las amarillas pulgas del manzano
y los sapos que hacían sonar dos o tres veces
su gordo cascabel de palo.
Sin cesar maniobraba la gran vela del aire.
Era la cordillera un litoral del cielo.
La tempestad venía, y al batir del tambor
cargaban sus mojados regimientos;
mas luego el sol con sus patrullas de oro
restauraba la paz agraria y transparente.
Yo veía a los hombres abrazar la cebada,
sumergirse en el cielo unos jinetes
y bajar a la costa olorosa de mangos
los vagones cargados de mugidores bueyes.
El valle estaba allá con sus haciendas
donde prendía el alba su reguero de gallos
y al oeste la tierra donde ondeaba la caña
de azúcar su pacífico banderín, y el cacao
guardaba en un estuche su fortuna secreta,
y ceñían, la pina su coraza de olor,
la banana desnuda su túnica de seda.
Todo ha pasado ya en sucesivo oleaje
como las vanas cifras de la espuma.
Los años van sin prisa enredando sus líquenes
y el recuerdo es apenas un nenúfar
que asoma entre dos aguas
su rostro de ahogado.
La guitarra es tan sólo ataúd de canciones
y se lamenta herido en la cabeza el gallo.
Han emigrado todos los ángeles terrestres,
hasta el ángel moreno del cacao.
Jorge Carrera Andrade, incluido en La poesía del siglo XX en Ecuador. Antología (Visor Libros, Madrid, 2007, ed. de Edwin Madrid).
Otros poemas de Jorge Carrera Andrade
Tierras, bosques
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martes, 8 de enero de 2013
Poema del día: "El Pabellón del Príncipe Teng", de Wang Bo (China, 650-676)
El alto pabellón del príncipe
se yergue a la orilla del río.
Ya no suenan las campanillas de su carroza,
ni los adornos de jade de sus bailarinas.
Al alba, a los biombos de pintura vuelan
nubes brumosas de los ríos del sur.
De noche, las cortinas de perla envuelven
las lluvias de las montañas del oeste.
Nubes ociosas fluctúan en el agua,
tan encantadoras,
como en otras épocas.
Mas las cosas cambian, los astros giran.
¡Cuántos otoños han transcurrido!
Y ahora, ¿dónde está el dueño del pabellón?
Sólo queda, al lado de la cerca,
el Yangtsé, que corre indiferente.
Wang Bo, incluido en Poesía clásica china (Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, ed. y trad. de Guojian Chen).
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se yergue a la orilla del río.
Ya no suenan las campanillas de su carroza,
ni los adornos de jade de sus bailarinas.
Al alba, a los biombos de pintura vuelan
nubes brumosas de los ríos del sur.
De noche, las cortinas de perla envuelven
las lluvias de las montañas del oeste.
Nubes ociosas fluctúan en el agua,
tan encantadoras,
como en otras épocas.
Mas las cosas cambian, los astros giran.
¡Cuántos otoños han transcurrido!
Y ahora, ¿dónde está el dueño del pabellón?
Sólo queda, al lado de la cerca,
el Yangtsé, que corre indiferente.
Wang Bo, incluido en Poesía clásica china (Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, ed. y trad. de Guojian Chen).
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lunes, 7 de enero de 2013
Poema del día: "El mancebo carpintero", de Abu Abd Alláh Muhammad ibn Gálib Al-Rusáfi (España, Al-Andalus, 1140-1177)
Aprendió el oficio de carpintero, y yo me dije: "Quizá lo aprendió del aserrar de sus ojos en los corazones".
¡Desgraciados los troncos que se apresta a cortar, unas veces tallándolos y otras golpeándolos!
Ahora, que son maderos, comienzan a coger el fruto de su delito, de cuando, siendo ramas, se atrevieron a robar la esbeltez de su talle.
Abu Abd Alláh Muhammad ibn Gálib Al-Rusáfi, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).
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viernes, 4 de enero de 2013
Poema del día: "A la patria", de Bonaventura Carles Aribau (España, 1789-1862)
Adiós, montes y cerros, adiós por siempre adiós,
oh sierras desiguales que, allí en la patria mía,
por el reposo eterno y el color más azul
de las nubes y el cielo de lejos distinguía.
Adiós, viejo Montseny, que, desde alto palacio,
bajo niebla y nieve, cual guarda vigilante,
por agujero miras la tumba del judío,
y en el inmenso mar la mallorquína nave.
Yo, tu soberbia frente conocía entonces
cual conocer pudiese la frente de los míos;
conocía también la voz de tus torrentes
cual la voz de mi madre o el llanto de mis hijos.
Mas, arrancado luego por los adversos hados,
no conozco ni oigo como en tiempo mejor;
cual árbol transplantado en muy lejanas tierras
pierde su gusto el fruto, su perfume la flor.
¿De qué puede valerme que una engañosa suerte
las torres de Castilla me hiciera ver de cerca,
si el canto de las trovas no lo oye mi oído
ni en mi pecho recuerdos generosos despierta?
En vano voy en sueños a mi dulce país
y veo del Llobregat la playa serpentina,
que no tengo consuelo ni me queda placer
más que el poder cantar en lengua lemosina.
Me place aún hablar la lengua de los sabios
que llenaron el mundo de sus usos y leyes,
defendieron derechos y vengaron agravios,
la lengua de los fuertes que acataron los reyes.
Muera, muera el ingrato que, al sonar en sus labios
por extraña región su propia habla, no llora,
que la sagrada lira de los suyos no coge
y, al pensar en sus lares, no se aflige y añora.
En lemosín sonaron mis primeros vagidos
al beber dulce leche del materno pezón;
en cantos lemosinos soñaba cada noche
y en lemosín rogaba cada día al Señor.
Cuando me siento solo, y a mi espíritu hablo,
otra lengua no oye: le hablo en lemosín,
pues mis razones salen del centro de mi pecho,
mi boca ya no sabe ni sabría mentir.
Sal, pues, para expresar el más sagrado afecto
que en corazón de hombre pueda el cielo grabar,
oh lengua a mis sentidos más dulce que la miel,
que la virtud devuelves de mi inocente edad.
Sal, por el mundo grita que el corazón ingrato
de mi patrón la gloria siempre habrá de cantar;
y pase por tu voz su nombre y su memoria
a los propios y a extraños, a la posteridad.
Bonaventura Carles Aribau, incluido en Poesía catalana contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1983, edición y versión de José Corredor-Matheos).
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oh sierras desiguales que, allí en la patria mía,
por el reposo eterno y el color más azul
de las nubes y el cielo de lejos distinguía.
Adiós, viejo Montseny, que, desde alto palacio,
bajo niebla y nieve, cual guarda vigilante,
por agujero miras la tumba del judío,
y en el inmenso mar la mallorquína nave.
Yo, tu soberbia frente conocía entonces
cual conocer pudiese la frente de los míos;
conocía también la voz de tus torrentes
cual la voz de mi madre o el llanto de mis hijos.
Mas, arrancado luego por los adversos hados,
no conozco ni oigo como en tiempo mejor;
cual árbol transplantado en muy lejanas tierras
pierde su gusto el fruto, su perfume la flor.
¿De qué puede valerme que una engañosa suerte
las torres de Castilla me hiciera ver de cerca,
si el canto de las trovas no lo oye mi oído
ni en mi pecho recuerdos generosos despierta?
En vano voy en sueños a mi dulce país
y veo del Llobregat la playa serpentina,
que no tengo consuelo ni me queda placer
más que el poder cantar en lengua lemosina.
Me place aún hablar la lengua de los sabios
que llenaron el mundo de sus usos y leyes,
defendieron derechos y vengaron agravios,
la lengua de los fuertes que acataron los reyes.
Muera, muera el ingrato que, al sonar en sus labios
por extraña región su propia habla, no llora,
que la sagrada lira de los suyos no coge
y, al pensar en sus lares, no se aflige y añora.
En lemosín sonaron mis primeros vagidos
al beber dulce leche del materno pezón;
en cantos lemosinos soñaba cada noche
y en lemosín rogaba cada día al Señor.
Cuando me siento solo, y a mi espíritu hablo,
otra lengua no oye: le hablo en lemosín,
pues mis razones salen del centro de mi pecho,
mi boca ya no sabe ni sabría mentir.
Sal, pues, para expresar el más sagrado afecto
que en corazón de hombre pueda el cielo grabar,
oh lengua a mis sentidos más dulce que la miel,
que la virtud devuelves de mi inocente edad.
Sal, por el mundo grita que el corazón ingrato
de mi patrón la gloria siempre habrá de cantar;
y pase por tu voz su nombre y su memoria
a los propios y a extraños, a la posteridad.
Bonaventura Carles Aribau, incluido en Poesía catalana contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1983, edición y versión de José Corredor-Matheos).
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jueves, 3 de enero de 2013
Poema del día: "Ha mudado tu muerte...", de Abul ʿAla Al-Maʿarri (Siria, 973-1058)
Ha mudado tu muerte mi corazón en pájaro.
¡Y no va a reposar en nido alguno!
Abul ʿAla Al-Maʿarri, incluido en Poesía árabe clásica oriental (Litoral. Revista de la poesía y el pensamiento, año XVII, nº 177, Málaga, 1988, selec. y trad. de Pedro Martínez Montávez).
Otros poemas de Abul ʿAla Al-Maʿarri
El alma después de la muerte, El Imán, Ha mudado tu muerte..., La piel de la tierra, Toda mi vida es un largo ayuno...
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¡Y no va a reposar en nido alguno!
Abul ʿAla Al-Maʿarri, incluido en Poesía árabe clásica oriental (Litoral. Revista de la poesía y el pensamiento, año XVII, nº 177, Málaga, 1988, selec. y trad. de Pedro Martínez Montávez).
Otros poemas de Abul ʿAla Al-Maʿarri
El alma después de la muerte, El Imán, Ha mudado tu muerte..., La piel de la tierra, Toda mi vida es un largo ayuno...
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miércoles, 2 de enero de 2013
Poema del día: "El gato", de Benito del Pliego (España, 1970)
-La pupila que vio la sombra en la noche refleja en su galaxia el brillo de otros astros; la que atrapa un bosque desde la ventana y sueña el gorjeo de un pájaro.
No parpadea la efigie esmaltada de un gato.
¿De qué sirve ladrar a la luna? Hace falta no inmutarse para alcanzarla.
martes, 1 de enero de 2013
Poema del día: "No de nombre. Uno", de Mario Merlino (Argentina, 1948-2009)
fue la primera gota y él ya estaba
rezumadero apenas de una sílaba
las estrellas mordíanse de luz
de golpe sometidas al desvelo
se vio que iba surgiendo un lunar breve
o sol hirsutamente melancólico
se oyó una voz que hilaba susurrante
diciendo lo que nunca se diría
sufridora la madre humedecía
con su grito hacia dentro el arrebato
y el padre disfrazaba en la sonrisa
a flor de nuez el cáncer de un bramido
entonces gota a gota fue la luz
la luz se dio sin dios estipulado
se desalmó la casa paridera
los postigos no dejaron entrever
ya entonces toda ciencia trascendiendo
quién era el que venía y para qué
que desnudos retozos lo atraían
que sílaba estallaba en pleno abril
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rezumadero apenas de una sílaba
las estrellas mordíanse de luz
de golpe sometidas al desvelo
se vio que iba surgiendo un lunar breve
o sol hirsutamente melancólico
se oyó una voz que hilaba susurrante
diciendo lo que nunca se diría
sufridora la madre humedecía
con su grito hacia dentro el arrebato
y el padre disfrazaba en la sonrisa
a flor de nuez el cáncer de un bramido
entonces gota a gota fue la luz
la luz se dio sin dios estipulado
se desalmó la casa paridera
los postigos no dejaron entrever
ya entonces toda ciencia trascendiendo
quién era el que venía y para qué
que desnudos retozos lo atraían
que sílaba estallaba en pleno abril
Mario Merlino en No de nombre (1993-1994), incluido en Voces comunes y otros poemas. Obra reunida 1977-2006 (Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2012, ed. de Benito del Pliego).
Otros poemas de Mario Merlino y textos sobre su obra
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