Ceden a la mecánica nocturna
las mujeres que bajan al puerto
para entregar su sombra. La niebla
es tul de una danza ebria y trastabillada.
El invierno de las tabernas ciñe
a las tripulaciones
en la vieja calle de la reconversión
tan muerta para soñar.
Tan corto el resuello y poco por retroceder,
abrazan los hombres cuerpos
que no son nada, sólo cadáveres
a sábana descubierta.
Ciñen nombres de barcos hundidos,
caen en brazos de un eco a tempestad.
Sucede que dos náufragos se agarran
y se beben el dolor, las dudas
y de nadie son las horas ni los besos.
Sucede que engullen el coral ajado
y derraman las caracolas
donde recogieron las lágrimas.
Se vierten en la piel como limo,
estas caricias, flores de espuma sucia.
Pero el alba atiza los arpones oxidados,
naufragando tierra adentro.
Al alba, panza arriba como peces muertos,
van naufragando tierra adentro.
David Franco Monthiel, incluido en Puta poesía (Editorial Luces de gálibo, Málaga, 2010, ed. de Ferran Fernández).
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Me gustó mucho el poema.
ResponderEliminarExcelente elección.
Gracias
Pues me alegro de que te gustase, ya sabes que aquí tendrás una buena elección poética cada día.
ResponderEliminarUn abrazo.