O sea que de lo que se trata es de no hacerse daño
de que las heridas, como acostumbran las putas,
no sean sino cicatrices
¡Como si fuera poco que el mundo se reprodujera dolorosamente por la parte de
abajo, de enmedio de las piernas
eso
que nada poéticamente llamamos cola, y que mejor dicho en el enamoramiento
nuestra lengua le da nombre de sexo!
Volvamos a las estrellas y al origen del mundo
Y expliquemos que sin mirar al cielo las putas tienen
una galaxia personal
—un hijo, por ejemplo—
esos rasguñones de Dios que recorren el rostro
la cara
el cuerpo
por afuera y por dentro y que son mapas
que ningún astronauta va a entender ni con todas
las mierdas de la teología medieval
Porque aquí se sufre, carajo, en la piel, carajo
¿no se habían dado cuenta, señores de la NASA,
personajes de la archihartazgadura de la cena de Cristo
de las santas cuarenta y cuatro hectáreas del Vaticano?
¡Las putas sueñan, señores, y muéranse de envidia!
Hay —oh dulzura— un niño en sus sueños
que ha renunciado a la cursilería
con una herida en el cuello que es más Dios y
más sagrada que los clavos de Cristo
porque de su existencia dependió —en un segundo—
el corazón de las putas:
A mentadas de madre, para conservar esa vida que era vida suya,
pedazo de su carne, cosa que salió por el mismo lugar donde su sexo
es sexo,
por la parte más suya de lo de ellas suya, las putas
le gritan a Dios: aquí te jodes, la herida ésta es mía.
Y Dios, avergonzado, les regala sus cicatrices.
Dante Medina, incluido en Puta poesía (Editorial Luces de gálibo, Málaga, 2010, ed. de Ferran Fernández).
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Un poema de extraordinaria fuerza. Me gusta la valentía con que llama a cada consa con su nombre y a cada hipocresía le quita los velos. Felicidades al poeta.
ResponderEliminarSiempre es difícil tratar estos asuntos en poesía sin caer en ciertas ideas simplistas, o en cierta chabacanería. Lo resuelve con elegancia, con imágenes bien construidas.
ResponderEliminarLa puta privacidad corona la puteria...Saludos
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