Sigo leyendo a René Char, veis que me ha gustado, y espero que os guste a vosotros y vosotras. Al menos en España, gracias a la labor de su traductor, Jorge Riechmann, hay bastante publicado. Termino de leer La palabra en archipiélago (Ediciones Hiperión, Madrid, 1996), libro escrito entre los años 1952 y 1960. Está compuesto, como es habitual en Char, por diversos libros.
En el primero, el largo poema 'Lettera Amorosa', un bello y estilizado poema amoroso, demuestra, una vez más, su amor a la Naturaleza, su gran pasión por la vida en el campo y sus ritmos. Aunque sin caer en lo cursi e inocente de esta, me recuerda este texto a la novela pastoril. Transmite tanta luminosidad y belleza…
El conjunto de libros que componen La palabra en archipiélago hacen un recorrido en torno al amor, la vida y la muerte, temas clásicos de la poesía. Char utiliza diversas técnicas y estructuras de composición poética, todas ellas bastante modernas, tal vez buscando lo que pretendió para su propia vida: que no nos acomodemos.
Ardua la tarea de Jorge Riechmann, el traductor, para mantener la sonoridad y luminosidad de los textos. Pare verlo es interesante acudir a la versión francesa que encontraremos acompañando a cada traducción.
Es interesante ver como, partiendo de la propia experiencia, y al contrario de otras corrientes poéticas más individualistas, lo que hace es salir fuera de sí para mostrarnos bellas imágenes, metáforas luminosas de la alteridad. Interesante, igualmente, la dualidad presente en toda su poesía, formada por el dolor y la belleza.
Para alguien tan militantemente urbano como yo, la poesía de Char es un recuerdo permanente de la necesidad del ser humano de estar en consonancia con la Naturaleza. También es un estallido de palabras no oídas, palabras que, en ocasiones, son capaces de acercarnos a la belleza real del ser u objeto mencionado. Aunque la palabra, por bella que sea, nunca representará totalmente la flor que nombra.
Muchos de los poemas contienen también reflexiones en torno al hecho mismo de escribir poesía, casi siempre es así entre los poetas que aman la poesía, que ven en ella un arte y no la mera forma de expresión de sentimientos que tanto la empobrece. Rescato aquí algunos de esos textos porque merece la pena reflexionar un poco sobre ello.
“Eres, poema, lugar donde la oscuridad descansa sobre mi rostro demasiado expuesto”, del poema ‘Para reanudar’.
“Solamente mi semejante, la compañera o el compañero, puede despertarme de mi torpeza, desencadenar la poesía, arrojarme contra los límites del viejo desierto para que triunfe sobre él”, del poema ‘La biblioteca está en llamas’.
“Los pájaros libres no soportan ser observados. Sigamos siendo oscuros, renunciemos a nosotros mismos, cerca de ellos”, del poema ‘Los compañeros en el jardín’.
No entiendo por qué se califica la poesía de René Char como oscura, incluso él mismo defendía su hermetismo. A mí me resulta de lo más luminosa. Siguiendo con esta reflexión, terminaré con las palabras de Georges Mounin sobre su poesía, palabras que, acertadamente, destaca Riechmann en la introducción al libro:
“René Char es hermético en defensa de su poema. La oscuridad para él no es una ley necesaria de la poesía, es servidumbre; es contrapartida de la fidelidad poética. El hermetismo verdadero está en la naturaleza de las cosas. El poema es a veces hermetismo porque la poesía expresa lo que, sin ella, sería inefable”.
El hermetismo como servidumbre y fidelidad (entrega) del poeta a la poesía. Sobresaliente.
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Una perfecta entrada. Todos los libros de René Char los considero libros de cabecera a los que vuelvo repetidamente, por necesidad.
ResponderEliminarGracias por traerlo.
A mí cada vez me sorprende más. Es increíble la cantidad de filosofía que encierran sus libros.
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