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miércoles, 19 de mayo de 2010
El poeta costarricense Miguel Fajardo Korea nos habla sobre la obra del poeta egipcio Talat Shahin
La novena edición del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica 'Poema Tierra' 2010 contó con el patrocinio de la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional, el Centro Literario de Guanacaste y el Liceo Laboratorio de Liberia. En esta oportunidad, compartimos la poesía del escritor Talat Shahin (1949). En años antecedentes hemos sido los anfitriones de autores de Nicaragua, Honduras, México, Argentina, Colombia y Costa Rica, a saber: Carola Brantome, Roberto Sosa, Guadalupe Elizalde, Luis Alberto Ambroggio, Vicente Muleiro, Celedonio Orjuela, Rafael Ángel Herra y Estrella Cartín. Ahora, se suma Talat Shahin, distinguido poeta egipcio.
En el Abecedario del amor, el yo lírico asume un marco procesual de conquista cuando entra en el mundo de la poesía. Aduce que “la poesía se me entregó” y el amor lo erigió en “amante y mártir”. Es decir, es una propuesta dual, tanto de dación como de conquista.
La imagen del Nilo atraviesa este espacio lírico casi humanizada: “sobre el rostro del Nilo (…) Alcé la voz / y dijo el rostro: - Sígueme! / y en pos de él caminé hacia el norte”. La presencia de la liquidez simbolizada en el Nilo ha sido decisiva para la cultura egipcia de todos los tiempos. La dirección conduce a un camino-río que ha sido incluyente en la vida de sus 80 millones de habitantes.
El hablante aduce: “Escribí poemas sobre el Nilo, seguí la voz sobre él tatuada”, por lo tanto, el yo lírico acentúa su voz del Nilo como un amante, porque dicho río es un amado, una herida, una extensión del agua que simboliza vida para su país en el concierto de la cultura árabe.
El amor encuentra diversos asideros en el corazón, el dolor, la huella o la herida. Hay una especie de vencimientos que graba el pecho con la intensidad del río. Sin embargo, “el dolor ardiente se apacigua ante ti”. Por ello, el hablante lírico “viaja a través de la vena / y abre en ella una vela de nieve”. Luego nos tiene el tejido del sueño, entonces, aspira a un tatuaje de su amada. El amado le pide a su amada abrazar su pecho y cobijar el dolor. Este abecedario es una suma intensa de expresividad y vuelo lírico interior. La poesía del poeta egipcio Talat Shahin inquiere sobre el silencio creciente como “el tamaño de la tierra” que se convierte en fuego estelar.
El dolor acentúa los espacios de este mapa lírico como flechas. El dolor es una experiencia de crecimiento en “una tierra verde”, en una especie de sistema recolectivo del entorno geofísico y corporal de la amada, vista como un universo–germen. A pesar de todo, el hablante se aferra a ese destino: “yo en mi agonía, / en mi agonía, / sigo enamorado”.
La idea del círculo como unidad es un mundo de propuesta estética en el orbe lírico de Shahin. Es más, el hablante se convierte en anillo y ve “un rostro cortado por la fisura del espejo”.
En este mapa lírico del poeta árabe se advierte una profunda presencia del acento corporal. Además, cuerpo y naturaleza operan como un cronotopo: “Tus ojos, / oasis en la profundidad del desierto/ desplegado tras el valle,/ y la mirada amante/ perdida en tu oasis del paraíso” proyectan sugestivas imágenes sensoriales. El desierto es visto como un espacio natural donde pacen los camellos, pero donde “me asaltan mi niñez y mi locura”.
En la poesía de Talat Shahin se posibilita un reino “grabado con el faraón y Dios del sol/ que emerge tras la línea oscura del horizonte”. La sutileza del tratamiento amatorio es de gran fuerza lírica. Propone la fusión de los cuerpos como unicidad: “Penetro en tu cuerpo cobijándome, / duermo sobre tu pecho, duermes sobre el mío”. Se advierte, entonces, la lectura del cuerpo como un poder, cuya fuerza amatoria reside en la reciprocidad del contacto físico.
La alusión a los tatuajes es un desdoblamiento de la corporalidad, la otra voz “que yace fuerte en mi oído”. Tatuarse es una manera de asumir el mundo desde una microfísica del cuerpo-espacio como alimento receptivo. Además de ser una elección cultural.
El sesgo erótico-sexual es altamente sugestivo: “Se abren ante mí tus puertas/ y su entrada me invita” como un capítulo siempre abierto y reiterativo: “Llamo a las puertas/ buscando las velas del río embravecido”. La incorporación de los elementos de la liquidez acentúan el topos corporal “abriendo en tu pecho un río”, pero, a pesar de todo, “parto en dos tu noche hasta romperse, / bañando mi rostro en tu luz,/ resplandezco". En otro momento histórico, el tópico de la vida como un río; ahora, en la lectura del autor egipcio, el cuerpo como ese río omnisciente que es el Nilo, en el quehacer y la cotidianidad de Egipto. La metáfora del cuerpo-río es una asimilación de alto mérito artístico en su propuesta estética.
En su poema Cinco casidas en el Café Riche, el autor árabe incorpora la cotidianidad de un café literario. La casida es un poema holístico, una suma de imágenes, a partir del movimiento generado en dicho café cultural: “Llega la vendedora ciega de lotería, / guiada por su hijo pequeño, / y dice: -Dios bendiga al que ayuda al pobre desvalido. / El dueño del coche ostentoso/ pone en su mano una monedilla/ creyendo ser el único que conoce a Dios/ reflejado en la cara de su hijo pequeño”. Es decir, la suma de las imágenes en movimiento, contenidas en esta casida, globalizan una actitud: el hablante cede la palabra y el poema se deja leer desde múltiples sentidos textuales, producto de la polisemia poética.
Un poema estremecedor es 'AYN…S_N …Q_F', cuyas imágenes constituyen un dossier: “Mi amante (…) se bañaba en el arco iris”; “Me adentré en la niebla empuñando mi espada, /sesgando los colores”. “Las tres letras/ están en mi sangre, /en la sangre de los poetas”. En otro texto el hablante aduce: “y yo, el enamorado, en cíclope. /El sol habita en mi pecho, y me torno espada, / luz. ¡Coged las bridas de mi amor!”. Las imágenes visuales del sol en el desierto son imponentes.
En Canción al soldado desconocido expresa: “extendemos la llama/ hasta romper la tumba, propagándose la luz. (Entre las palabras grabadas sobre el muro, / el muerto se levanta de su tumba/ y se rompe la espada hacia él tendida”. Quienes luchan por la libertad de su patria, en cualquier contexto, merecen la luz, el resplandor del Dios Sol Egipcio. Los frentes de la libertad no tienen fronteras, se desbocan hacia la luz del bienestar colectivo, a pesar de “la sed del desierto”, por ello es una incitación la propuesta “No mires hacia atrás, / se cayó la estrella, / cayó de tu mano; / para prenderse en tu pecho”. Todos, en algún momento, debemos ser ese soldado desconocido que luche por los sagrados espacios de la libertad como vivencia, tanto individual como social.
En La montaña del té verde (Editorial UCR-Casa de Poesía,San José, 2010) Talat Shahin no da concesiones temáticas, por ello, incorpora la denuncia frontal a los sistemas represivos en cualquier contexto del planeta: “No soportamos/ a quien besa los dedos del ensangrentado. Nuestra sangre fresca está en los dedos” "¿Acaso el mártir se desangra,/ para que el traidor entregue las espadas al enemigo?”. Sobra cualquier explicación sobre estos versos, pues por sí solos se abren a una multiplicidad de sentidos, que cada uno puede inferir.
El poema 'Beirut' es un homenaje a quienes luchan por su libertad en el Líbano: “Ven Beirut, / para que soñemos con la luz que se acerca, / con la sombra que se aleja, / con la aurora que llega con el rocío (…) niños que aún no han sabido enmudecer (…) ¡Ven, Beirut!/ El mar se enturbia en tus ojos y tu voz canta, / mientras a mis niños/ los pisotean los pies de los soldados”. Aunque el poema tenga un referente específico, la lucha por la libertad es un oficio de siempre en todas las latitudes donde el ser humano aprecie la dignidad de vida.
El acento social hace decir al hablante: “¿acaso la herida abrió el corazón/ o se derramó sobre la tierra/ parte de tu sangre (…) que tu pecho se alimente/ de la melodía del quejido. / Luego siguió una bala, / siguió una bala”. El tono confrontativo, en lucha por mejores ideales para el ser humano de siempre es una tarea inconclusa. Siempre habrá motivos de lucha, a pesar de la insania y los discursos.
El poema final del libro, 'Una hoja del árbol del mañana', es una entrega de esperanza, por cuanto “Al amparo del sol/ crecen los árboles altos, erguidos (…) y las banderas del sol/ se izan orgullosas. Al amparo del muro, /bajo el casco; brota una sonrisa”.
En suma, la obra literaria del poeta, periodista, traductor y académico Talat Shahin es una presencia vital para la poesía sin fronteras. Cada uno de sus intersticios precisa derroteros de reflexión, de nostalgia, de memoria recuperada, de anhelos ciertos para seguir fijando los caminos de la humanidad, en espacios de encuentro solidario con el factor humanidad desde cualquier parte del mundo, porque el planeta es uno sólo, donde los individuos aspiremos a vivir sin fronteras separatistas, porque lo trascendente debe ser para todos.
Seguimos creyendo, desde luego, que la poesía es el arma más sincera y humana para salvar el alma de todos, sin pasaportes excluyentes, por el contrario, con el norte bien definido, en aras de compartir la condición humana que nos pertenece a todos, contra las fronteras ficticias que el ser humano ha inventado contra su propio destino.
Por lo tanto, nos enorgullecemos con haber tenido en Guanacaste a uno de los más relevantes invitados al IX Festival Internacional de Poesía de Costa Rica 2010, para que viniese a compartir su palabra, sus recitales poéticos en árabe, su voz y su acento artístico, y quien gentilmente vino desde el lejano Egipto, pero cercano, ahora, en la patria sin fronteras de la palabra, la poesía y la amistad.
Lic. Miguel Fajardo Korea, Premio Omar Dengo, 2009. Universidad Nacional de Costa Rica
miguelfajardokorea@hotmail.com
Talat Shahin nació en Egipto y residió en España durante dos décadas. Actualmente vive en El Cairo, desde donde ha venido para compartir con todos nosotros. Escritor, periodista, traductor, poeta y profesor universitario. Habla inglés, español y árabe. Doctor en derecho por la Universidad Complutense de Madrid.
Ha trabajado como corresponsal en España para diversos medios de comunicación árabes. Ha traducido 36 libros del español al árabe. Entre sus autores traducidos figuran Gabriel García Márquez, José Saramago, Juan Goytisolo, Rubén Darío, Nuria Amat, Julio Llamazares, Mercè Rodoreda, Lauro Olmo, Clara Janés o Antonio Buero Vallejo. En 1986 le fue asignado el Premio Wallada de poesía, en Madrid.
El Dr. Talat Shahin ha publicado el libro de ensayo La estética de la negación en el teatro hispanoamericano, en 2003, y es autor de cuatro libros de poesía, a saber: El alfabeto del amor, 1986; Canciones para mi tierra, 1973; El libro del amor y sangre, (2001 y 2005) y, en Costa Rica, La montaña del té verde, 2010.
Ha sido miembro fundador del Instituto del Teatro Mediterráneo, la Asociación de Periodistas Árabes y el Club Internacional de Prensa en Madrid, entre otros. Invitado al IX Festival Internacional de Poesía de Costa Rica que coordina el poeta Norberto Salinas.
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