martes, 11 de diciembre de 2018

Poema del día: "El idolatrado", de Teócrito (Grecia, 310-260 aec)

¡Viniste, querido doncel! ¡Con la tercera noche y aurora viniste! y los que añoran, en un solo día envejecen. Como la primavera es más grata que el invierno, como la manzana más que la ciruela silvestre; como la oveja tiene el vellón más espeso que su corderillo, como la doncella supera a la mujer tres veces casada; como la corza es más veloz que la vaquilla, como el ruiseñor armonioso es por su canto la más admirada de todas las aves... en la misma medida me llenaste con tu presencia, y corrí a ti igual que viajero a cobijarse bajo la sombría haya cuando el sol quema.

¡Ojalá los Amores extiendan parecido aliento sobre nosotros dos, y seamos motivo de canto para los venideros todos!

«Divinos llegaron a ser entre los antiguos estos dos mortales, el uno, eispnéelo —diría el que hablase en lengua amiclea— y al otro, a su vez, como el tesalio, lo llamaría aítees. Mutuamente se amaron, guardando el equilibrio en la balanza del amor. ¡Cuán cierto es que entonces vivía de nuevo la raza de Oro, cuando correspondía en el amor el amado!».

¡Ojalá así se cumpla, oh Padre Crónida, ojalá! —¡oh vosotros, Inmortales que no conocéis la vejez!— llegue un día en que, al cabo de doscientas generaciones, alguien me anuncie, al llegar a orillas de Aqueronte, del que no se vuelve: «Tu amor y el de tu gentil idolatrado está en boca de todos, y entre los jóvenes especialmente».

Mas, verdad es que, sobre esto, los dioses, hijos de Urano, decidirán lo que crean conveniente. No seré yo quien, al elogiar tu bella persona, vaya a hacer brotar en mi nariz el grano de la mentira. Pues si por un azar me haces caso, pronto pones bienhechor remedio y con doble favor me sirves, mientras yo me voy colmado de bienes en exceso.

Megarenses de Nisea, campeones de los remos, vivid felices, porque sobre todos honrasteis al huésped ático, a Diocles, el amado de jóvenes. Cada año los mozos, reunidos en redor de su tumba, al nacer la primavera, rivalizan por llevarse la palma en el beso. Y el que oprima labios sobre labios más dulcemente, cargado de coronas vuelve al lado de su madre. ¡Feliz aquel que entre los muchachos es el árbitro de aquellos besos! ¡De seguro invoca a menudo al de radiante mirada, a Ganimedes, pidiendo tener una boca igual a la piedra de Lidia, con la que descubren si el oro no es falso los genuinos cambistas!

Teócrito, incluido en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica. Panorama general (La Esfera de los libros, Madrid, 2002, selec. de Luis Antonio de Villena, trad. de Juan Ferraté  para  Líricos griegos arcaicosSeix Barral, Barclona, 1967).

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